Título interesante ¿no? En un momento
entenderán el porqué. Mientras tanto les cuento que mi jefe de edición (Maestro
Gil Ornelas) me pidió que escribiera algo sobre las comunidades indígenas
locales y su discriminación o violación de los derechos humanos. Sin embargo,
decidí no hacerle caso y escribir sobre un tema que quizá siempre ha pasado
desapercibido en nuestra sociedad sinaloense. Me refiero a los indígenas que
vienen del sur del país a trabajar a nuestra tierra.
Desde que tengo uso de memoria he
conocido gente sinaloense que migra hacia el extranjero (Estados Unidos de
América) por la razón universal por la cual todos luchamos en esta vida:
"Una mejor calidad de vida". Y lo digo por experiencia, tanto
familiares como su servidor, hemos vivido algún tiempo por aquellos rumbos. Lo
interesante de esto es que nos tomamos muy a pecho las limitaciones que tanto
el gobierno extranjero, como sus oficiales migratorios e incluso a veces la
ciudadanía nos impone para lograr ese tan anhelado sueño americano. Nos tomamos
tan a pecho esas limitaciones de nuestros vecinos del norte que nos olvidamos
de que como dice Arjona en la canción que tiene como título la columna de hoy,
somos igual que ellos o quizá un poco peor.
Me imagino que estarás con una cara
de "what?" pero es cierto. Somos iguales o peores en cuanto a
discriminación a gente de nuestra misma tierra. Que por tener rasgos distintos
a los nuestros, o porque no tienen nuestro color de piel, o son más bajos de
estatura, los hacemos menos o nos creemos más "chingones".
Demasiadas veces me ha tocado
escuchar a gente de mi tierra referirse a personas de Oaxaca (oaxaqueños) como
"oaxaquitas" o "oaxacas" con un tono despectivo. O clásico
que si es del estado de México son unos "chilangos rateros" de lo
peor.
Quiero creer que tiene mucho que
ver con nuestra cultura. Por ser sinaloense nos creemos mucho, y si vamos a
otras partes lo andamos presumiendo cada vez que podemos. El problema es que
estamos mal.
Primero que nada estamos violentando
varios artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por
ejemplo, el #1 donde dice que todos nacemos iguales y debemos comportarnos
fraternalmente los unos con los otros, o el #2 donde dice que tenemos los
mismos derechos sin importarnos la raza o el color de nuestra piel, o el #7
donde se nos enseña que todos somos iguales ante la ley, entre otros.
Otro problema es que el Congreso
del Estado no ha proporcionado respuesta a la "Ley de apoyo al
migrante" que el líder de la "Red democrática de los pueblos
indígenas" Crescenciano Ramírez Sánchez presentó como propuesta.
Ahora bien, esos 250 mil migrantes
que llegan al estado anualmente (referencia "el debate") son gran
parte de la estabilidad económica sinaloense. Son la mano de obra "barata"
de la región, principalmente en los campos agrícolas que es nuestra principal
fuente económica.
Triste ¿no crees? Lamentablemente
se nos olvida que somos seres humanos.
Es de esperarse que por haber
pasado discriminación por parte de nuestros vecinos del norte deberíamos de
saber que se siente. Pero se nos olvida que son gente de nuestra tierra.
No queda más que exhortar a las
autoridades competentes a tomar cartas en el asunto. Y lo más importante,
enseñar a nuestra familia la importancia de ser humanos con nuestro prójimo sin
importar el color de su piel o sus facciones o estatura.
Si el norte fuera el sur...
seríamos igual... o quizá un poco peor...