Te gusto el blog???

compartelo con tus amigos...

viernes, 21 de diciembre de 2012

Si el norte fuera el sur...

 
Título interesante ¿no? En un momento entenderán el porqué. Mientras tanto les cuento que mi jefe de edición (Maestro Gil Ornelas) me pidió que escribiera algo sobre las comunidades indígenas locales y su discriminación o violación de los derechos humanos. Sin embargo, decidí no hacerle caso y escribir sobre un tema que quizá siempre ha pasado desapercibido en nuestra sociedad sinaloense. Me refiero a los indígenas que vienen del sur del país a trabajar a nuestra tierra.
Desde que tengo uso de memoria he conocido gente sinaloense que migra hacia el extranjero (Estados Unidos de América) por la razón universal por la cual todos luchamos en esta vida: "Una mejor calidad de vida". Y lo digo por experiencia, tanto familiares como su servidor, hemos vivido algún tiempo por aquellos rumbos. Lo interesante de esto es que nos tomamos muy a pecho las limitaciones que tanto el gobierno extranjero, como sus oficiales migratorios e incluso a veces la ciudadanía nos impone para lograr ese tan anhelado sueño americano. Nos tomamos tan a pecho esas limitaciones de nuestros vecinos del norte que nos olvidamos de que como dice Arjona en la canción que tiene como título la columna de hoy, somos igual que ellos o quizá un poco peor.
Me imagino que estarás con una cara de "what?" pero es cierto. Somos iguales o peores en cuanto a discriminación a gente de nuestra misma tierra. Que por tener rasgos distintos a los nuestros, o porque no tienen nuestro color de piel, o son más bajos de estatura, los hacemos menos o nos creemos más "chingones".
Demasiadas veces me ha tocado escuchar a gente de mi tierra referirse a personas de Oaxaca (oaxaqueños) como "oaxaquitas" o "oaxacas" con un tono despectivo. O clásico que si es del estado de México son unos "chilangos rateros" de lo peor.
Quiero creer que tiene mucho que ver con nuestra cultura. Por ser sinaloense nos creemos mucho, y si vamos a otras partes lo andamos presumiendo cada vez que podemos. El problema es que estamos mal.
Primero que nada estamos violentando varios artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por ejemplo, el #1 donde dice que todos nacemos iguales y debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros, o el #2 donde dice que tenemos los mismos derechos sin importarnos la raza o el color de nuestra piel, o el #7 donde se nos enseña que todos somos iguales ante la ley, entre otros.
Otro problema es que el Congreso del Estado no ha proporcionado respuesta a la "Ley de apoyo al migrante" que el líder de la "Red democrática de los pueblos indígenas" Crescenciano Ramírez Sánchez presentó como propuesta.
Ahora bien, esos 250 mil migrantes que llegan al estado anualmente (referencia "el debate") son gran parte de la estabilidad económica sinaloense. Son la mano de obra "barata" de la región, principalmente en los campos agrícolas que es nuestra principal fuente económica.
Triste ¿no crees? Lamentablemente se nos olvida que somos seres humanos.
Es de esperarse que por haber pasado discriminación por parte de nuestros vecinos del norte deberíamos de saber que se siente. Pero se nos olvida que son gente de nuestra tierra.
No queda más que exhortar a las autoridades competentes a tomar cartas en el asunto. Y lo más importante, enseñar a nuestra familia la importancia de ser humanos con nuestro prójimo sin importar el color de su piel o sus facciones o estatura.
Si el norte fuera el sur... seríamos igual... o quizá un poco peor...